Por un mejor uso de la publicidad en los estadios
Está demás decir que un hincha tiene el derecho a poder mirar sin ningún obstáculo el partido que se desarrolla en la cancha. Sin importar que esté en un cómodo asiento de un palco o en un corroído tablón en un sucio rincón de la galería, el espectador tiene que poder ver todo lo que sucede en la cancha, sin que nada lo moleste.
Sin considerar las propias falencias arquitectónicas que puede tener un recinto deportivo, hay un factor relativamente reciente que se está convirtiendo en una molestia: la publicidad en el campo de juego.
Hace algunos años, las canchas chilenas se están llenado con los más diversos estáticos publicitarios, pero no sólo las clásicas vallas que rodean el campo, sino ahora que banderas, gigantografías y horripilantes e inmensos inflables inundan el espectáculo, lo que convierte la escena más en una kermesse que en un evento deportivo.
En el recién pasado partido entre La Serena y Wanderers, una inmensa pelota inflable de una bebida cola, bloqueaba la visión de quienes ocupaban la galería norte, la que finalmente, debido a la molestia del público, debió ser desinflada. Cosas como esta están pasando recurrentemente en canchas chilenas. La necesidad y ambición de los dirigente por tener más recursos le está faltando el respeto a sus propios hinchas.
No importa que vaya poca gente al estadio y queden muchos espacios vacíos, cada persona que paga una entrada tiene el derecho de sentarse en el lugar que se le plazca dentro del sector que le corresponde y no tiene que hacerle el quite a los obstáculos visuales que le ponen al frente. Un fútbol más desarrollado parte también por el respeto a los hinchas.