Columna Cruzada: Lejos de todo
Preguntarse a qué juega el equipo de Falcioni es casi filosofar. Al cabo de cinco fechas -tres de ellas como local y sin haber enfrentado a la U o Colo Colo todavía- Católica ocupa el décimosegundo (atención trolls) casillero de la tabla con seis miserables puntos, un paupérrimo 40% de rendimiento.
Cargar las tintas sobre Cordero, Ramiro Costa, Cahaís o incluso sobre Bottinelli puede servir para tirar un par de garabatos al aire o descargar alguna que otra frustración, pero no parece muy oficioso que digamos, ya que el equipo juega tan mal o peor incluso, con o sin ellos. Es un problema de fondo.
Un problema que se traduce en un equipo inocuo, que no daña, que no llega, que tiene la pelota pero que no genera ocasiones de gol. Un equipo cuyos delanteros naufragan en busca de un pase con ventaja, es una obviedad decirlo, pero así es; un equipo cuyos defensas (Pulgar debió irse expulsado y Parot estuvo cerca) creen que el que más pega, el que más guapea, el que más grita o alardea juega mejor. Así de mal estamos.
No sé dónde está la salida o cuál es la solución. Mago no soy y tampoco tengo el día a día con los jugadores como para dar recetas. Lo que se ve desde afuera es desorden, escasez de ideas y muy poco juego colectivo, el abecé del fútbol. No recuerdo una etapa (todo esto empezó con aquella final perdida con la U en el Nacional, con Juan Antonio Pizzi en la banca) tan triste y lamentable como esta.
El jueves empieza la participación en Copa Sudamericana. Prácticamente eliminados de Copa Chile y sin chances -por mucho que digan que faltan muchos puntos por disputarse- en el campeonato local, lo último que nos queda es la competencia internacional.
Aunque por esas cosas que tiene el fútbol se da el milagro y ganamos la copa esa, no creo que sirva para mitigar o suavizar los impactos de este inicio de campaña. Hay que empezar a buscar alternativas desde ya y, de una vez por todas, dejar atrás estos papelones y bochornos que lo único que hacen es ahondar la desazón y la tristeza de un hincha que, afortunadamente, no está acostumbrado a estos trotes.